No quiero ir a la escuela

Niños que se angustian y lloran cuando llega la hora de preparase para ir al colegio, que se quejan de dolores de panza, de cabeza, que sienten náuseas, o simplemente se resisten a asistir a clases sin poder explicar el por qué…

Estas vivencias traen gran preocupación a las instituciones educativas, que suelen derivar  acertadamente a la consulta psicológica, a los niños que las padecen. Los padres, por otra parte, se encuentran desconcertados, sin saber si es un capricho del niño que prefiere quedarse jugando en su casa, si ha sido víctima de maltrato o bullying, o si está fingiendo para salvarse de dar un exámen. A su vez, los niños se angustian porque no les creen y realmente sufren las afecciones somáticas sin poder dar respuesta a lo que les sucede.

Los motivos por los cuales se generan estas vivencias pueden ser diversos, pero es importante tener en cuenta que las mismas, pueden ser síntomas del Trastorno de ansiedad por separación. Este se caracteriza por la ansiedad excesiva que se produce en el sujeto cuando se separa de su hogar o de sus vínculos más cercanos; y se manifiesta en tres o más de las siguientes situaciones:

Gran malestar cuando ocurre o se anticipa la separación de su hogar, de sus padres o cuidadores. Se pone ansioso cuando sus padres se van, o el día anterior ya está diciendo que se siente mal y no podrá asistir a clases.

Gran temor y preocupación por perder a sus padres u otras personas dentro de su entorno familiar, como por ejemplo, el temor a que se mueran sus padres u otras figuras del núcleo familiar.

Pesadillas repetidas sobre la separación,  por ejemplo: sueña que se mueren sus padres o familiares.

Preocupación excesiva respecto a que ocurra algo malo cuando se separen. Por ejemplo: si los padres salen de compras no se quiere quedar solo, teme que se extravíen, que sean secuestrados, que entren ladrones en la casa.

Resistencia a ir a la escuela o a cualquier otro sitio que los separe. Esto lo perjudica académicamente y pierde la posibilidad de vivir experiencias tales como ir a la casa de sus amigos, asistir a campamentos, etc.

Se niega a ir a dormir solo, por temor a la separación. Pide dormir con sus padres o con algún hermano.

Se queja de dolores de panza, cabeza, tiene náuseas o vómitos cuando se separa de su hogar o familia, o anticipa que esto va a suceder.

Si aparecen estos síntomas, será pertinente hacer la consulta psicológica; ya que a través del proceso psico-diagnóstico, el terapeuta podrá inferir los motivos que están desencadenando este trastorno y comenzar un tratamiento para resolverlo.

Algunos de los factores que pueden estar generando esta ansiedad podrían ser: la muerte de un familiar, que sus padres se estén divorciando, que este siendo hostigado por alguien, que haya ocurrido un acontecimiento traumático, como por ejemplo un robo, que el niño tenga un vínculo muy dependiente con sus padres, entre otras razones.

De todas maneras, cada niño es diferente y especial, y “cada familia es un mundo” como se suele decir; por lo que deberán descubrirse en la terapia, los orígenes del síntoma y su correspondiente tratamiento.

“Ante los ojos de un niño, el mundo se presenta inmenso. La seguridad de conocerlo reposa en la presencia de las personas que lo aman.”

Lic. Noemí Ainscough

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