Relación entre Padres e Hijos: Algunas Estrategias Prácticas para Trabajar los Límites

Muchos padres consultan a los profesionales debido a que sus hijos presentan dificultades para aceptar límites, manifestando desobediencia, caprichos o una actitud desafiante ante la autoridad.  Ante estas situaciones tan usuales, es necesario que los padres tomen el control y les muestren a sus hijos el camino a seguir. Es muy importante para los niños, que sus papás les digan que es lo que esperan de ellos, marcando tanto lo que no les gusta, como también lo que los enorgullece. Todo chico quiere y necesita saber que es lo que desean y esperan los padres de él, ya que cuando esto no está aparece el desborde. Es necesario que aquellas acciones no esperadas reciban una consecuencia, porque de lo contrario continuarán. Por ejemplo: Si haciendo un berrinche logra evitar la tarea, al día siguiente recurrirá a la misma estrategia.

En ocasiones, los padres solicitan a sus hijos algo determinado y ellos  no lo hacen. Frente a esta situación, en algunos casos sucede que los padres terminan cansándose y cediendo ante lo que el niño quiere; o por el contrario,  culminan forzándolo a que obedezca con gritos, amenazas, etc. De esta manera, se genera una situación desgastante para los padres y poco efectiva para hacer valer su autoridad ante los hijos.

La autoridad se construye, y como toda construcción debe tener lugar en un marco en donde los niños se sientan contenidos, amados, mimados y sostenidos. Cuando los límites son claros, los niños reconocen hasta donde pueden llegar en función de sus recursos y limitaciones.

El modo en que cada padre lleve a cabo los límites es algo muy personal; no obstante, desarrollaré algunas nociones básicas orientativas:

  •  Palabras y gestos de aprobación:

Muestran cuales son las actitudes esperables y valoradas. Cuando los niños hacen algo que los padres valoran, es importante que esto sea reconocido tanto con gestos como con palabras. Los gestos pueden ser abrazos, besos, sonrisas, etc. Frases como “Cuando haces tal cosa, yo me siento orgulloso/a de vos…” o  “Me encanta cuando haces…”

Cuando se esta valorando una buena actitud es importante no utilizar la ironía. Por ejemplo: “¡Por fin te sale algo bien!”. Con frases como estas, podría perderse el objetivo positivo de las palabras de afirmación.

  •  Límites  efectivos

Ningún niño obedece al 100% las órdenes que se le dan. No obstante, el modo de llevar adelante una orden, en ocasiones puede ser inadecuado.

Recomendaciones:

1- Ante una situación en la que el niño está desbordado, una reacción de desborde por parte de los papás empeora las cosas. En esos momentos, es importante poner freno al desborde pidiendo al niño que se calme, abrazándolo y diciéndole con tranquilidad pero también con firmeza, que si actúa de ese modo se hace difícil entenderlo. La serenidad y la palabra firme del adulto terminan tranquilizando al niño en la mayoría de los casos.

2- Si se le dice algo, debe cumplirse; de lo contrario, la palabra pierde valor. Por esta razón, es necesario reparar en lo que se le dice al niño cuando el adulto está enojado. Las amenazas tales como: “si te seguís portando así, no vas a ir a ningún cumpleaños más” ó “voy a tirar todos tus juguetes si no los guardas en su lugar”, pierden valor debido a que, seguramente el niño seguirá asistiendo a cumpleaños a lo largo de su niñez y sus juguetes no van a ser desechados. Por esta razón, es importante no enunciar advertencias que no van a ser cumplidas. En lugar de la amenaza, funciona mejor la anticipación. Esta estrategia antecede a la acción; entonces, si el padre dice por ejemplo: “si no realizas la tarea ahora, hoy no vas a ver la televisión durante todo el día”, se marca que es lo que se espera que el hijo haga y cuál es la consecuencia si esto no ocurre.

3- Ante determinadas situaciones es necesario actuar. Por ejemplo: si es un día de frío y el niño no quiere usar la campera, es necesario actuar poniéndosela. No alcanza con explicarle que hace frío para que medite que es lo que va a hacer. En estas circunstancias, es necesaria la acción.

  • Tiempo especial:

El tiempo de calidad que se comparte con los hijos es fundamental para propiciar un buen vínculo.

En los tiempos laborales que corren, es importante invertir en la calidad del tiempo compartido. Un modo de invertir en calidad por ejemplo, es seleccionar de10 a20 minutos por día o cada dos días, para jugar con los hijos. Es preferible que la actividad que realicen no sea siempre mirar televisión, sino que apunte a la interacción y al disfrute de ambos.

Mientras esté jugando, disfrute de su hijo. No tome el control, ni discuta, ni lo corrija si se equivoca. Tampoco lo critique.

Apruébelo, elógielo, dígale frases como: “Qué bien te salió esa jugada” ó “Cada día pateas mejor los penales…”

Si comienza a portarse mal, ignórelo por unos minutos. Si continúa, dígale que el tiempo de juego terminó y retírese.

También es importante dedicar un tiempo a las actividades escolares. Mirar juntos lo que hizo en los cuadernos y dejar que le cuente lo que aprendió resulta muy positivo.

Para terminar y teniendo en cuenta que llevar adelante una paternidad o maternidad responsable implica un costo, es importante tener presente que cada padre marca en sus hijos un camino, un modo de entender la vida; y que éste camino y éste deseo que cada padre tiene para con su hijo, es lo que le permitirá al niño crecer seguro y feliz, si el mismo es orientado con amor, contención y límites puestos sin violencia.

Lic. Natalia Mancini

Psicóloga

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